1.
INTRODUCCIÓN
Miguel
de Cervantes Saavedra (1547-1616),
dramaturgo, poeta y novelista español,
autor de la novela El ingenioso hidalgo don
Quijote de la Mancha, considerada como la primera
novela moderna de la literatura universal.
2
VIDA
Miguel de Cervantes Saavedra tuvo una vida azarosa
de la que poco se sabe con seguridad. Nació
en Alcalá de Henares (Madrid), probablemente
el 29 de septiembre de 1547. Pasó su
adolescencia en varias ciudades españolas
(Madrid, Sevilla) y con poco más de veinte
años se fue a Roma al servicio del cardenal
Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló
en la Armada española y en 1571 participó
con heroísmo en la batalla de Lepanto,
donde comienza el declive del poderío
turco en el Mediterráneo. Allí
Cervantes resultó herido y perdió
el movimiento del brazo izquierdo, por lo que
fue llamado el Manco de Lepanto. En 1575, cuando
regresaba a España, los corsarios le
apresaron y llevaron a Argel, donde sufrió
cinco años de cautiverio (1575-1580).
Liberado
por los frailes trinitarios, a su regreso a
Madrid encontró a su familia en la ruina.
Se casa en Esquivias (Toledo) con Catalina de
Salazar y Palacios. Arruinada también
su carrera militar, intenta sobresalir en las
letras. Publica La Galatea (1585) y lucha, sin
éxito, por destacar en el teatro. Sin
medios para vivir, marcha a Sevilla como comisario
de abastos para la Armada Invencible y recaudador
de impuestos. Allí acaba en la cárcel
por irregularidades en sus cuentas. Después
se traslada a Valladolid. En 1605 publica la
primera parte del Quijote. El éxito dura
poco. De nuevo es encarcelado a causa de la
muerte de un hombre delante de su casa. En 1606
regresa con la Corte a Madrid. Vive con apuros
económicos y se entrega a la creación
literaria. En sus últimos años
publica las Novelas ejemplares (1613), el Viaje
del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses
(1615) y la segunda parte del Quijote (1615).
El triunfo literario no lo libró de sus
penurias económicas. Dedicó sus
últimos meses de vida a Los trabajos
de Persiles y Segismunda (de publicación
póstuma, en 1617). Murió en Madrid
el 22 de abril de 1616 y fue enterrado al día
siguiente.
3
SU OBRA: POESÍA Y TEATRO
Cervantes
centró sus primeros afanes literarios
en la poesía y el teatro, géneros
que nunca abandonaría. Su obra poética
abarca sonetos, canciones, églogas, romances,
letrillas y otros poemas menores dispersos o
incluidos en sus comedias y en sus novelas.
También escribió dos poemas mayores:
Canto de Calíope (incluido en La Galatea)
y Viaje del Parnaso (1614). La valoración
de su poesía se ha visto perjudicada
por su publicación dispersa en otras
obras, por la celebridad alcanzada por el autor
en la novela e incluso por su propia confesión
en este famoso terceto del Viaje del Parnaso:
Yo,
que siempre trabajo y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo.
Aunque
en otras ocasiones se enorgullece de sus versos,
en su tiempo no logró ser aceptado como
poeta.
Tampoco
tuvo mejor suerte en el teatro, por el que se
sintió atraído desde joven. Al
regreso del cautiverio llegó a estrenar
con éxito varias comedias. Pero tampoco
sus contemporáneos lo aceptaron como
dramaturgo. Cervantes, con una concepción
clásica del teatro, tuvo que soportar
el triunfo arrollador de Lope de Vega en la
renovación de la escena española
con su Arte nuevo de hacer comedias. De la primera
época (1580-1587), anterior al triunfo
de Lope de Vega, se conservan dos tragedias:
El trato de Argel y La destrucción de
Numancia. A la segunda época pertenecen
las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos,
nunca representados (1615). Las comedias son
El gallardo español, La casa de los celos
y selvas de Ardenia, Los baños de Argel,
El rufián dichoso, La gran Sultana doña
Catalina de Oviedo, El laberinto de amor, La
entretenida y Pedro de Urdemalas. Y éstos
son los entremeses: El juez de los divorcios,
El rufián viudo, La elección de
los alcaldes de Daganzo, La guarda cuidadosa,
El vizcaíno fingido, El retablo de las
maravillas, La cueva de Salamanca y El viejo
celoso.
4 PROSA
En la prosa narrativa Cervantes empezó
escribiendo una novela pastoril que fue su primer
libro publicado, con el título de Primera
parte de La Galatea (1585). Como en otras novelas
de su género, los personajes son pastores
convencionales que cuentan sus penas amorosas
y expresan sus sentimientos en una naturaleza
idealizada. La Galatea se compone de seis libros
en los cuales se desarrollan una historia principal
y cuatro secundarias. La principal refiere los
amores de los pastores Elicio y Galatea, a la
cual su padre quiere casar con el rico Erastro.
Y las secundarias añaden otros tantos
episodios amorosos protagonizados también
por pastores. Lo más importante reside
en que ya en esta primera novela Cervantes aparece
como un escritor renovador. Acepta las convenciones
del género pastoril, pero a veces rompe
el patrón idílico en las relaciones
entre los pastores y en la geografía
—convencional y real a un tiempo—
del río Tajo. Lo más innovador
es la integración de cuatro historias
secundarias que acaban confluyendo en la acción
principal y dejando abierta la posibilidad de
una continuación. Esta segunda parte
prometida fue a menudo recordada por Cervantes,
hasta en la dedicatoria del Persiles, pero no
se publicó nunca.
5
NOVELAS EJEMPLARES
Entre 1590 y 1612 Cervantes fue escribiendo
una serie de novelas cortas que, después
del reconocimiento obtenido con la primera parte
del Quijote en 1605, acabaría reuniendo
en 1613 en la colección de Novelas ejemplares.
Teniendo en cuenta las dos versiones conservadas
de Rinconete y Cortadillo y de El celoso extremeño,
se cree que Cervantes introdujo en ellas algunas
variaciones encaminadas a la ejemplaridad social,
moral y estética de estas novelas o narraciones
cortas, y después las ordenó de
acuerdo con un criterio artístico que
obedece a la visión orgánica del
conjunto. En el prólogo Cervantes proclama
su novedad: "Yo soy —dice—
el primero que he novelado en lengua castellana".
En efecto, así fue, pues en la literatura
española no había entonces tradición
de novela corta; las que circulaban eran adaptaciones
o traducciones de los novellieri italianos.
Cervantes españolizó el género,
lo ennobleció y creó la novela
corta en la literatura castellana.
La
colección se abre con La gitanilla, fantasía
poética creada en torno a la figura de
Preciosa y la relación entre la gitanilla
y un joven capaz de renunciar a su alcurnia
por amor. En contraste con esta visión
idealizada de la relación amorosa, se
encuentra El amante liberal, novela bizantina
de amor y aventuras, con las adversidades que
Ricardo y Leonisa han de superar antes de su
matrimonio. Después del idealismo, el
amor y la aventura de estas dos primeras novelas
se ingresa en los bajos fondos del hampa sevillano
con Rinconete y Cortadillo, en cuyas páginas
sobresalen la mejor ironía y humor cervantinos.
Su crítica social, que constituye una
denuncia de la degradación moral de la
España del siglo XVI, culmina en el insuperable
cuadro realista de la cofradía de Monipodio,
que negocia todo el crimen de Sevilla. El contraste
entre Rinconete y Cortadillo y las dos primeras
novelas se prolonga hacia la cuarta, La española
inglesa, en la cual, sobre un fondo de guerras
de religión entre España e Inglaterra,
se desarrollan las pruebas que han de superar
Ricaredo e Isabela antes de su unión
matrimonial.
Tras
tantas aventuras y dichas amorosas, vuelve la
crítica de la sociedad con la narración
de un intelectual trastornado por un hechizo
amoroso en El licenciado Vidriera, cuyo protagonista
cree que es de vidrio y hace gala de una extraña
lucidez e ingenio. Los juegos mentales de Vidriera
dejan paso a la violencia sexual y la reconciliación
en La fuerza de la sangre, donde se cuenta la
violación de Leocadia por un joven de
la nobleza toledana y el posterior compromiso
matrimonial entre ambos. Curiosamente, el ingenio
y el impulso de los instintos son las fuerzas
que derriban los muros levantados contra naturam
por el viejo Carrizales en El celoso extremeño,
con el popular motivo del viejo y la niña
en la casa-prisión en la que el indiano
Carrizales encierra a su joven esposa. Por el
contrario, la más celebrada libertad
en nada merma el recato de Constanza en La ilustre
fregona, entre las andanzas toledanas de Carriazo
y Avendaño, prendado éste de la
bella fregona de la Posada del Sevillano, hija
natural del padre de Carriazo.
Amores
y aventuras, disfraces y casualidades, engaños
y reparaciones entre gentes de la nobleza configuran
las intrigas de Las dos doncellas y La señora
Cornelia. Los engaños de las doncellas
Teodosia y Leocadia componen una intriga con
temas pastoriles y técnicas de la novela
bizantina. La señora Cornelia, localizada
en ambientes estudiantiles y de la alta sociedad
de Bolonia, cuenta la azarosa historia de amor
de Cornelia hasta su boda con el duque de Ferrara.
Y de tales ambientes nobiliarios descendemos
a la vileza moral, la marginación social,
la estafa y la corrupción en El casamiento
engañoso y El coloquio de los perros.
Como otro burlador burlado, el alférez
Campuzano sale de su casamiento engañado
con sus mismas artimañas y enfermo de
sífilis. Esta pálida sombra del
desengaño barroco es buena imagen de
la caída del ideal cervantino del heroico
soldado de Lepanto. El interés del Coloquio
se centra en tres aspectos: la corrupción
social denunciada por Berganza en la narración
de su vida, las cínicas disquisiciones
filosóficas de ambos perros sobre las
convenciones sociales y la maldad en el mundo,
y la integración de teoría y práctica
narrativas que constituyen la renovación
formal más importante en el curso de
la novela occidental. He aquí el magistral
cierre de la colección de doce historias
en once novelas, porque El casamiento y El coloquio
forman una sola: ambas comparten el tema del
engaño-desengaño, y El casamiento
es el marco en el que se introduce El coloquio,
que el sifilítico alférez Campuzano
escribió mientras se curaba en el hospital
y que es ahora un diálogo leído
por su amigo el licenciado Peralta.
En
este cierre de las Novelas ejemplares se representa
el proceso completo de la creación literaria:
el alférez Campuzano se presenta como
autor del Coloquio; el perro Berganza es el
narrador del mismo al contar en él su
vida; su compañero Cipión actúa
como interlocutor crítico que corrige
y matiza al narrador, y el licenciado Peralta
interviene como lector del texto escrito por
Campuzano. Si a ello se añade que El
coloquio de los perros pretende superar las
limitaciones de la novela picaresca incluyendo
la perspectiva que allí faltaba, la del
destinatario, y que el delirio producido por
la fiebre de Campuzano en El casamiento engañoso
da verosimilitud poética a sus desvaríos
acerca del diálogo racional de unos perros,
se comprenderá mejor la extraordinaria
lección de teoría y práctica
narrativas de esta genial mentira dotada de
asombrosa coherencia artística: la verosimilitud
literaria depende de sus reglas poéticas,
no de su confrontación con la realidad
externa.
6
DON QUIJOTE: SUS ORÍGENES
Es posible que Cervantes empezara a escribir
el Quijote en alguno de sus periodos carcelarios
a finales del siglo XVI. Mas casi nada se sabe
con certeza. En el verano de 1604 estaba terminada
la primera parte, que apareció publicada
a comienzos de 1605 con el título de
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
El éxito fue inmediato. En 1614 aparecía
en Tarragona la continuación apócrifa
escrita por alguien oculto en el seudónimo
de Alonso Fernández de Avellaneda, quien
acumuló en el prólogo insultos
contra Cervantes. Por entonces éste llevaba
muy avanzada la segunda parte de su inmortal
novela. La terminó muy pronto, acuciado
por el robo literario y por las injurias recibidas.
Por ello, a partir del capítulo 59, no
perdió ocasión de ridiculizar
al falso Quijote y de asegurar la autenticidad
de los verdaderos don Quijote y Sancho. Esta
segunda parte apareció en 1615 con el
título de El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha. En 1617 las dos partes
se publicaron juntas en Barcelona. Y desde entonces
el Quijote se convirtió en uno de los
libros más editados del mundo y, con
el tiempo, traducido a todas las lenguas con
tradición literaria.
Algunos cervantistas han defendido la tesis
de que Cervantes se propuso inicialmente escribir
una novela corta del tipo de las "ejemplares".
Esta idea se basa en la unidad de los seis primeros
capítulos, en los que se lleva a cabo
la primera salida de don Quijote, su regreso
a casa descalabrado y el escrutinio de su biblioteca
por el cura y el barbero. Otra razón
es la estrecha relación sintáctica
entre el comienzo de cada capítulo y
el final del anterior. Y también apoya
esta tesis la semejanza entre los seis primeros
capítulos y el anónimo Entremés
de los romances, donde el labrador Bartolo,
enloquecido por la lectura de romances, abandona
su casa para imitar a los héroes del
romancero, defiende a una pastora y resulta
apaleado por el zagal que la pretendía,
y cuando es hallado por su familia imagina que
lo socorre el marqués de Mantua. Pero
la tesis de la novelita ejemplar es rechazada
por otros estudiosos que consideran que Cervantes
concibió desde el principio una novela
extensa. Éstos argumentan que la unidad
de la primera salida de don Quijote —sin
Sancho Panza, para que no pueda presenciar la
grotesca ceremonia en que su amo es armado caballero—
adelanta la composición circular que
se repite, ampliada, en las otras dos salidas;
la semejanza con el Entremés de los romances
puede ser una manifestación más
de la presencia constante del romancero en el
Quijote, y las relaciones sintácticas
entre final y comienzo de capítulo no
son exclusivas de la primera salida.
6.1
Propósitos de Cervantes con el Quijote
Lo
que sí resulta seguro es que Cervantes
escribió un libro divertido, rebosante
de comicidad y humor, con el ideal clásico
del prodesse et delectare, instruir y deleitar.
Cervantes afirmó varias veces que su
primera intención era mostrar a los lectores
de la época los disparates de las novelas
de caballerías. En efecto, el Quijote
ofrece una parodia de las disparatadas invenciones
de tales obras. Pero significa mucho más
que una invectiva contra los libros de caballerías.
Por
la riqueza y complejidad de su contenido y de
su estructura y técnica narrativa, la
más grande novela de todos los tiempos
admite muchos niveles de lectura, e interpretaciones
tan diversas como considerarla una obra de humor,
una burla del idealismo humano, una destilación
de amarga ironía, un canto a la libertad
o muchas más. También constituye
una asombrosa lección de teoría
y práctica literarias. Porque, con frecuencia,
se discute sobre libros existentes y acerca
de cómo escribir otros futuros, ya desde
la primera parte: escrutinio de la biblioteca
de don Quijote, lectura de El curioso impertinente
en la venta de Juan Palomeque y disputa sobre
libros de caballerías y de historia,
revisión crítica de la novela
y el teatro de la época en la conversación
entre el cura y el canónigo toledano.
En la segunda parte de la novela algunos personajes
han leído ya la primera y hacen la crítica
de la misma. La primera parte será así
el punto de referencia de las discusiones sobre
teoría literaria incluidas en la segunda.
Teoría y ficción se integran con
perfecta armonía en el coloquio entre
Sansón Carrasco, don Quijote y Sancho,
en episodios como la cueva de Montesinos y el
retablo de Maese Pedro; y la teoría se
ilustra con la práctica en las narraciones
intercaladas en el relato principal, las cuales
constituyen otras tantas formas de novelar representativas
de los géneros narrativos anteriores
a Cervantes.
Entre
otras aportaciones más, el Quijote ofrece
asimismo un panorama de la sociedad española
en su transición de los siglos XVI al
XVII, con personajes de todas las clases sociales,
representación de las más variadas
profesiones y oficios, muestras de costumbres
y creencias populares. Sus dos personajes centrales,
don Quijote y Sancho, constituyen una síntesis
poética del ser humano. Sancho representa
el apego a los valores materiales, mientras
que don Quijote ejemplifica la entrega a la
defensa de un ideal libremente asumido. Mas
no son dos figuras contrarias, sino complementarias,
que muestran la complejidad de la persona, materialista
e idealista a la vez.
6.2
Personalidad de Don Quijote
Muchos episodios del Quijote ejemplifican otros
tantos casos de amor. El de don Quijote representa
una concepción del amor caballeresco
sustentada en la tradición del amor cortés.
Por eso, antes de cada aventura, don Quijote
invoca siempre a su amada Dulcinea y pide su
amparo, porque ella es su señora y por
ella se fortalecen las virtudes del caballero.
Don
Quijote es también un modelo de aspiración
a un ideal ético y estético de
vida. Se hace caballero andante para defender
la justicia en el mundo y desde el principio
aspira a ser personaje literario. En suma, quiere
hacer el bien y vivir la vida como una obra
de arte. Se propone acometer "todo aquello
que pueda hacer perfecto y famoso a un andante
caballero". Por eso imita los modelos,
entre los cuales el primero es Amadís
de Gaula, a quien don Quijote emula en la penitencia
de Sierra Morena (véase Amadís
de Gaula). Como en la segunda parte don Quijote
ya es personaje literario —protagonista
de la primera—, en su tercera salida busca
sobre todo el reconocimiento. Y lo encuentra
en quienes han leído la primera parte:
Sansón Carrasco, los duques... Ni siquiera
cuando es vencido por el Caballero de la Blanca
Luna y tiene que abandonar la caballería
andante renuncia a su concepción de la
vida como obra de arte: piensa en hacerse pastor,
con lo cual el mito renacentista de la Arcadia
pastoril sustituye al mito medieval de la caballería
andante. De todo ello se desprende que el Quijote
es una magna síntesis de vida y literatura,
de vida vivida y vida soñada, como explica
E. C. Riley; una genial integración de
realismo y fantasía y una insuperable
manifestación de las dificultades de
novelar las complejas relaciones humanas desde
múltiples perspectivas abarcadoras de
la realidad siempre escurridiza. Todo lo humano
es relativo. Ésta es la base de la generosa
comprensión cervantina, que evita los
dogmatismos y huye de simplificaciones. He aquí
la agudeza del neologismo “baciyelmo”,
creado por Sancho Panza para zanjar la disputa
entre don Quijote, convencido de que se trata
del yelmo de Mambrino, y los demás, que
ven una bacía de barbero.
6.3
El Quijote como juego literario
Muchos componentes del Quijote obedecen a su
condición de novela concebida como un
juego. Su construcción se sustenta en
el artificio narrativo del manuscrito encontrado.
Este procedimiento es parodia del mismo recurso
empleado en los libros de caballerías.
Pero Cervantes va mucho más allá,
adueñándose de la máxima
libertad artística que un autor haya
logrado jamás. Varios elementos sobresalen
en tan fecundo proceso. En la ficción,
el historiador moro Cide Hamete Benengeli aparece
como primer autor del Quijote, un morisco toledano
es su primer traductor y el mismo Cervantes
aparece ficcionalizado como segundo autor, que
entrega a los lectores una historia sobre la
cual podrá comentar lo que quiera por
conocerla toda de antemano a través de
la traducción del morisco. Este juego
de autores, traductores, narradores y lectores
produce una gran libertad creadora a la vez
que siembra la ambigüedad y la duda en
muchas páginas, por ejemplo en el relato
de la cueva de Montesinos. Cualquier perspectiva
es posible. Siempre se podrá acusar de
los engaños al moro Cide Hamete, al morisco
traductor y aun al impresor, a quien, en la
segunda parte, se culpa de las incoherencias
cometidas en torno al robo del rucio de Sancho
en la primera.
El
sistema lúdico abarca también
la misma locura del protagonista. La locura
era un motivo frecuente en la literatura del
renacimiento, como prueban las obras de Ariosto
y de Erasmo de Rotterdam. Don Quijote actúa
como un paranoico enloquecido por los libros
de caballerías. Unos lo consideran un
loco rematado, otros creen que es un "loco
entreverado", con intervalos de lucidez.
En general se admite que don Quijote actúa
como loco en lo concerniente a la caballería
andante y razona con sano juicio en lo demás.
Pero los escritores españoles Arturo
Serrano Plaja y Gonzalo Torrente Ballester interpretan
la locura de don Quijote como un juego codificado
en la ficción según unas reglas
que el caballero respeta siempre. Entrega su
vida a un ideal sublime y se estrella contra
la realidad porque los demás no cumplen
las reglas del juego. Don Quijote finge estar
loco y decide jugar a caballero andante. Para
ello acude a los libros de caballerías,
transforma la realidad y la acomoda a su ficción
caballeresca: imagina castillos donde hay ventas,
ve gigantes en molinos de viento y, cuando se
produce el descalabro, también lo explica
según el código caballeresco:
los malos encantadores le han escamoteado la
realidad, envidiosos de su gloria.
Semejante
juego narrativo resulta enriquecido por el perspectivismo
y el relativismo, que se manifiestan en toda
la novela, ya en la variedad de nombres que
se atribuyen al hidalgo manchego: Quijada, Quesada,
Quejana, Quijana y Alonso Quijano. Dentro de
esa diversidad, es interesante señalar
que la palabra “quijote” designa
la parte de la armadura que cubre el muslo.
El elemento paródico y la ironía
actúan una vez más para caricaturizar
la figura del caballero que, gracias a una sinécdoque
(véase Figuras retóricas), aparece
identificado con una parte (la privación,
la pérdida) y no mediante un rasgo totalizador.
También existe sinécdoque en el
apellido con el que se identifica al escudero.
Perspectivismo y relativismo aparecen también
en la forma de muchos nombres comunes, como
el neologismo “baciyelmo”, que resuelve
una cuestión sin excluir ninguna perspectiva.
En esto se revela la comprensión cervantina
ante todo lo humano. Y la misma libertad que
Cervantes reclamó para sí como
creador se la concedió en idéntico
grado a don Quijote. El comienzo de la novela
es bien conocido: "En un lugar de La Mancha,
de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho
tiempo vivía un hidalgo". Con estas
palabras Cervantes destaca que los hechos que
va a contar no ocurrieron en tierras lejanas,
como las historias de la caballería andante,
sino muy cerca, en La Mancha, ni tampoco en
tiempos remotos, sino ayer mismo. Se han dado
muchas explicaciones a este comienzo de la novela:
un octosílabo de un romance anónimo,
negativa a decir el nombre del pueblo natal
de don Quijote por deseo de incluir a toda La
Mancha, comienzo característico de los
cuentos populares, rechazo del autor al pueblo
donde supuestamente estuvo preso y comenzó
la novela. Sin negar estas razones Leo Spitzer
y Avalle-Arce explican el comienzo del Quijote
como una defensa de la libertad del creador
y del personaje con repercusiones fundamentales
en la evolución literaria. La literatura
anterior a Cervantes se regía por unas
convenciones restrictivas. En aquellos modelos
tradicionales la cuna del héroe determinaba
su vida futura. Amadís era hijo de reyes,
nació en Gaula y estaba llamado a ser
héroe. Lazarillo nació en el Tormes,
era hijo de padres viles y será un antihéroe.
En cambio Cervantes no especifica la cuna, ni
la genealogía, ni el nombre exacto de
don Quijote para que pueda caminar libre de
todo determinismo, creando su propia realidad.
Por eso a partir del Quijote la vida del personaje
literario será más libre. Porque,
como señala Carlos Fuentes, Cervantes
ha puesto a dialogar a Amadís de Gaula
con Lazarillo de Tormes y en el proceso ha disuelto
para siempre la interpretación unívoca
del mundo.
7
LOS TRABAJOS DE PERSILES Y SEGISMUNDA
Finalmente,
el Persiles fue tal vez el libro más
querido de la fantasía de Cervantes,
quien ya no tuvo tiempo para hacer las últimas
correcciones en un texto no del todo acabado
y se puso a escribir el prólogo tres
días antes de morir. Viejo y cansado
de tanta experiencia amarga, Cervantes lo sublima
todo refugiándose en el mundo fantástico
inventado por él. Acude a la novela bizantina
y renueva sus técnicas con el fin de
superar el género y crear una gran epopeya
cristiana en prosa. De este modo, Cervantes
ocupó hasta sus últimos días
la vanguardia narrativa de su tiempo, acercando
la novela a la poesía, a la vez que con
esta idealizada novela de aventuras construye
una hermosa ficción llena de modernidad
y cosmopolitismo.
La
novela cuenta la peregrinación de Persiles
y Segismunda desde el norte de Europa hasta
Roma. El viaje se enriquece con la diversidad
de lugares recorridos, desde la geografía
nórdica de la mítica isla Bárbara,
Islandia, Noruega, Irlanda y Dinamarca, hasta
las tierras ya conocidas de Portugal, España,
Francia e Italia. Su complejidad aumenta con
la constante aparición de nuevos personajes
en el recorrido y con la interpolación
de historias particulares en la peripecia de
los amantes protagonistas. Y el interés
y la intriga de la trama se intensifican por
acumulación de arriesgadas navegaciones,
naufragios, piraterías, desafíos,
batallas, cautiverios, fugas, raptos, encuentros,
separaciones y aventuras de toda índole. |